martes, 25 de octubre de 2011

... la biblioteca escondida...

Por todos es conocida mi pasión por las bibliotecas. Pues bien, casi todos los días paso por la Cuesta de Ramón y Cajal y ahí está ella pasando desapercibida.



Tantas veces que jugué de pequeña por ahí y hasta ahora no supe que fue una biblioteca.

La puedes encontrar en el Parque Campo de San Francisco. Fue una biblioteca de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Salamanca (también desaparecida a día de hoy pero eso será contado en otra ocasión) inaugurada el 12 de septiembre de 1926, en los "felices años 20". 

De entrañable biblioteca nacida para los amantes de la literatura, lugar de encuentro y cita cultural para varias generaciones de salmantinos, ha pasado a ser un tesoro escondido que sólo conocemos nosotros... los "caminantes por Salamanca"... =)

domingo, 9 de octubre de 2011

... nos vigilan desde las alturas...

Están ahí escondiditas, casi no las percibimos.




No sé si os habéis fijado alguna vez pero sobre la espadaña del Pabellón Consistorial se asoman curiosas, cuatro figuras. La espadaña fue el último remate  que se hizo en la Plaza Mayor y es obra del arquitecto salmantino Tomás Cafranga.



En esta foto se aprecian mejor las cuatro figuras  que son alegorías a la Agricultura, el Comercio, la Industria y la Astronomía.

viernes, 7 de octubre de 2011

... el último barquillero...

Desconozco su nombre. Sólo sé que heredó el oficio de su padre y que es el último barquillero salmantino.




Es un pena que un oficio tan antiguo desaparezca. La profesión de barquillero pertenecía a esas profesiones ambulantes del siglo XX como la de aguador, heladero que forman parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.  En Madrid, lo han recuperado y hasta van vestidos de chulapos y todo.

Nuestro barquillero desconocido puedes encontrarlo por el centro histórico: Plaza Mayor (en el Arco del Toro o al lado del medallón de Franco), en la entrada a la Casa de las Conchas, en la Plaza de Anaya...

Siempre me ha llamado mucho la atención esa caja de hojalata roja con una ruleta en la parte de arriba que lleva consigo y es su distintivo, y que por lo visto se llama "barquillera". 




Nunca he tenido el honor de darle a la ruleta pero investigando encontré para qué se utilizaba. Se establecía un precio (la perra chica), se hacía girar la ruleta y el azar determinaba el premio correspondiente o el número de barquillos que le tocaba al jugador. De lo que sí he tenido honor es de probar los barquillos... ¡¡uffss, riquísimos!!...