viernes, 7 de octubre de 2011

... el último barquillero...

Desconozco su nombre. Sólo sé que heredó el oficio de su padre y que es el último barquillero salmantino.




Es un pena que un oficio tan antiguo desaparezca. La profesión de barquillero pertenecía a esas profesiones ambulantes del siglo XX como la de aguador, heladero que forman parte de nuestro patrimonio cultural inmaterial.  En Madrid, lo han recuperado y hasta van vestidos de chulapos y todo.

Nuestro barquillero desconocido puedes encontrarlo por el centro histórico: Plaza Mayor (en el Arco del Toro o al lado del medallón de Franco), en la entrada a la Casa de las Conchas, en la Plaza de Anaya...

Siempre me ha llamado mucho la atención esa caja de hojalata roja con una ruleta en la parte de arriba que lleva consigo y es su distintivo, y que por lo visto se llama "barquillera". 




Nunca he tenido el honor de darle a la ruleta pero investigando encontré para qué se utilizaba. Se establecía un precio (la perra chica), se hacía girar la ruleta y el azar determinaba el premio correspondiente o el número de barquillos que le tocaba al jugador. De lo que sí he tenido honor es de probar los barquillos... ¡¡uffss, riquísimos!!...

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